Este estudio constata lo que ya investigaciones previas mencionaban: vacunarse luego de la infección provee una mejor respuesta inmunitaria. Sin embargo, los expertos también señalan que ello podría traer consigo reacciones adversas más frecuentes y duraderas a la vacuna.
Madrid, 1 de abril (Europa Press).- Investigadores de la Facultad de Medicina Lewis Katz de la Universidad de Temple (Estados Unidos) han demostrado que una infección previa por COVID-19 está relacionada con una respuesta inmunitaria sólida y acelerada tras la primera dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech.
En su trabajo, publicado en la revista científica JCI Insight, comprobaron que las personas que sufrieron COVID-19 antes de la vacunación experimentaron una rápida producción de anticuerpos después de la primera dosis de la vacuna, con poco o ningún aumento después de la segunda dosis. El patrón opuesto se observó en los no infectados.
«Nuestro estudio demuestra que la presencia de memoria inmunitaria inducida por una infección previa altera la forma en que los individuos responden a la vacunación con ARNm del SARS-CoV-2. La falta de respuesta tras la segunda dosis de la vacuna en individuos previamente infectados es especialmente relevante, porque podría significar que algunas personas podrían requerir sólo una dosis o podrían potencialmente saltarse la vacuna de refuerzo», apunta uno de los líderes de la investigación, Steven G. Kelsen.
Steven G. Kelsen, Alan S. Braverman, Mark O. Aksoy, Jacob A. Hayman, et al., and Nina T. Gentile. SARS-CoV-2 BNT162b2 vaccine–induced humoral response and reactogenicity in individuals with prior COVID-19 disease. JCI Insight. 2022;7(4):e155889. https://t.co/X5e7J36EOE. pic.twitter.com/s3K28PlOdf
— Medical Science and Technology #earlytreatments (@MedicalScitech) March 30, 2022
Los investigadores llevaron a cabo el estudio en trabajadores sanitarios, algunos de los cuales habían dado previamente positivo en la infección por el SARS-CoV-2 y otros nunca se habían infectado. En ambos grupos, los investigadores midieron los niveles de anticuerpos neutralizantes en muestras de sangre tomadas en tres momentos diferentes, incluyendo antes de la vacunación y después de cada dosis. También realizaron una evaluación cualitativa de las reacciones locales y los síntomas sistémicos, como fiebre, dolor de cabeza y fatiga, asociados a la vacunación.
Mientras que los niveles de anticuerpos neutralizantes alcanzaron su máximo en algunas personas con enfermedad previa por COVID-19 tras la primera dosis de la vacuna, los individuos sin antecedentes de infección mostraron respuestas masivas tras la segunda dosis.
Pero esos niveles elevados también se redujeron rápidamente, y en el caso del grupo COVID-19, a pesar de la falta de respuesta a una segunda dosis, los individuos tuvieron en general una inmunidad más duradera. Sin embargo, la infección previa también se relacionó con reacciones adversas más frecuentes y duraderas a la vacuna.
«Estudios anteriores habían informado de manera similar de una inmunidad duradera y de fuertes reacciones inmunitarias en pacientes con COVID-19. Ahora aportamos nueva información sobre cómo interactúa la infección previa con la vacunación en términos de respuesta inmunitaria medible y cómo reaccionan los individuos a las vacunas de ARNm en función de los antecedentes de infección», detalla Kelsen.
En futuros trabajos, estos investigadores planean modificar su ensayo de anticuerpos neutralizantes para detectar ómicron y otras variantes del SARS-CoV-2. «También nos interesa saber cuánto dura la protección de una dosis de refuerzo de la vacuna», concluye el científico.